domingo, 31 de octubre de 2010

PREMIO BARITERE 31 - 10 - 2010

Las crónicas de Callo Tácito


Apenas lo vi unos segundos por la tele, había banderas preconstitucionales, sin gallina pero con el moradito, al micrófono una sacerdotisa progre con sus ropas litúrgicas, las de diario, y esa palabrería. “Humilde y discreto, reacio a cualquier tipo de protagonismo” Enumeraba, ya saben, las virtudes por excelencia que todo colectivismo promueve. Luego escuché un “Marcelino Camacho no morirá nunca”. No era, por supuesto, un mensaje a Marcelino, era un mensaje de consuelo a los vivos: “No os preocupéis, nuestra religión es la única verdadera. Si queréis no morir, si queréis sobrevivir en la comunidad progre, tendréis que hacer como Marcelino”. Húndete en el Nosotros y obedece a los que decidimos en qué consiste y serás inmortal. Luego cantaron La internacional. Siempre el canto, siempre el mismo recurso para sintonizar las emociones en la misma frecuencia. La magia gregaria de los cantos a coro cierra el ritual de pertenencia. Todo era mimetismo inducido en un entorno controlado. Supongo que, como el hombre se ignora a sí mismo, los asistentes interpretarían la emoción mimética como una experiencia trascendente (que también la estupidez puede ser mística.). Les faltó sacrificar niñas vírgenes. Tal vez porque no habría ninguna pepera por ahí cerca. Siglo XXI. Sentí tanta fascinación como vergüenza ajena.
11:50 AM

 BENJAMINGRULLO 
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1 comentario:

Neo... dijo...

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Soberbio comentario y clara exposición.