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miércoles, 13 de enero de 2010

PREMIO BARITERE 13 - 01 - 2010

Las fronteras elásticas de la edad adulta


MariscalZhukov dijo...


¡Que putada si cuando sea mayor de edad se arrepiente!

Aunque la Seguridad Social seguro que le encuentra por ahí un apaño.

10:19 AM

No sabe Ud. hasta qué punto es pertinete su comentario. Nadie habla de ello pero existen datos muy serios acerca del fracaso de estas CRS como solución para ese llamado disconfort o disforia de sexo.

Más en el terreno de la anécdota, hace una temporada charlaba con un colega del Servicio Andaluz de Salud. Como sabrá Ud. fue el primero, o casi, en ofrecer esta prestación, curioso que se pueda llamra así a algo cuya devolución se me antoja difícil. Pues bien, contaba mi amigo los casos de intervenidos que al año habían vuelto para reclamar que les "contrarreasignaran". Mi amigo no sabía si enviarles a Atención al paciente o al departamento de Objetos Perdidos.

Pero no importa, sigamos frivolizando mientras los caballos de los bárbaros piafan en las puertas de la ciudad (Kavafis dixit y pixit).
Atte.
Doc
12:17 PM



 
Para:                DOCWALL
http://premiosbaritere.blogspot.com/2009/12/premios-baritere-2010.html

viernes, 11 de diciembre de 2009

PREMIO BARITERE 11 - 12 - 2009

España, aparta de mí este oxímoron
PREMIO BARITERE DE HOY:


"Para hacer boca, un cuento sostenible:


Caperucita roja (por supuesto) y el padre feroz.


Había una vez una adolescente muy bonita. Su progenitor B le había hecho una capa roja y la muchachita la llevaba al insti, a la disco y de botellón, así que todo el mundo la llamaba Caperucita Roja.


Un día, su madre le pidió que llevase unos chipirones a su abuela que vivía al otro lado de la ciudad, recomendándole que no se entretuviese por el camino, pues cruzar la ciudad era muy peligroso, ya que siempre andaba acechando por allí el famoso chico de la moto.


Caperucita Roja recogió la casuelita de chipirones y se puso en camino. La chica tenía que atravesar la ciudad para llegar a casa de la Yaya, pero no le daba miedo porque allí siempre se encontraba con muchos amigos y amigas: el Dani, el Tortas, la Yeni...


De repente el famoso chico de la moto, que era enorme, se paró delante de ella.


- "¿A dónde vas, chati?" le preguntó el famoso chico de la moto con su voz ronca de darle a los trujas.


- "A casa de mi Abuelita" le dijo Caperucita.


- "Te arrimo, nena, que no me pilla lejos"- le respondió el famoso chico de la moto.


Y la inocente chica montó en la moto del famoso chico de la moto. Y tanto montó y montó que preñadita se quedó.


- "Jo tía, te estás poniendo como una cerda", le dijo un día su amiga la Yeni.


-"Es que estoy p'alante, tronca", le respondió Caperu.


-"¡Que fuerrrte, tía!, le replicó la Yeni


-"Sí tía", atinó a decir Caperucita.


-"¿Qué vas a hacer, tía?", preuntó con interés la amiga.


-"No se tía. Me da palo tenerlo…" confesó nuestra protagonista.


-"¡Pues aborta, tía!", le aconsejó la Yeni.


-"¿Y mis viejos qué, tía?" replicó Caperucita.


-"Pasa de ellos, tía. Ahora se puede, tía", zanjó la otra.


Y tras tan árduo proceso de inteletuación de lo que le ocurría en su interior fue como la roja adolescente llegó a conclusión tan madura como producirse una IVE.


Así pués, nuestra protagonista se encaminó a un centro hospitalario de la SS, con su tralalá, tralalalarita.


Pero hete aquí que, de repente, apareció el padre feroz.


- "¿A dónde vas, hija?", le preguntó el padre.


- "Estoo…¿eh?…a…¡a casa de la Abuelita!- le dijo Caperucita.


- "¿A casa de la Abuelita sin cestita, Caperucita?" dijo el padre feroz desconfiado.


-"¿Sin cestita? Es que no me hacía juego con las zapas" atinó a improvisar nuestra heroina.


-"No se, no se", se dijo para sus adentros el padre.


Y de repente, sucedió:


-"Oye, Caperucita, ahora que caigo…¡qué pechos tan grandes tienes!, apreció el padre feroz.


-"Er…es que…hoy me puesto el wonderbra" respondió rápida Caperucita.


-"Ya, ya, pero…¡qué tripa tan grande tienes!", reincidió el progenitor.


-"Bueno, vale, que me quedao preñada ¡qué pasa!"


Y en aquel momento pasaron por allí la Bibistra Aído, Sanidad Jiménez y L'Oreal Pajín y rescataron a Caperucita de las garras de su padre feroz y se la llevaron al hospital, donde un médico progresista le abrió el vientre y le liberó del alien que nuestra jóven protagonista llevaba dentro y luego la aleccionó para que cuando fue lara mayor de edad votase a José Luis, el libertador de adolescentes encintas.


Y rojorín, rojorado, este cuento progre se ha terminado."



                Uno, que arregla zapatos