martes, 3 de agosto de 2010

PREMIO BARITERE 03 -08 - 2010

El género (negro) dentro, por el calor



  PREMIO BARITERE


Alguna vez lo he comentado aquí, la legislación penal española ha sido concebida con un garrafal error de concepto: la pena tiene por función la reinserción del penado. Por narices Este alarde de buenísmo ha convertido a los penados, todos, en reinsertables, transformando la reinserción en un derecho de los penados y una obligación para el estado. Este prejuicio, esta majadería, ha dado lugar a que no pocos indeseables hayan gozado de segundas y terceras posibilidades para seguir dedicados a sus crímenes. Crímenes que nadie se plantea atajar por la vía de la aplicación de regímenes especiales a determinado tipo de delincuentes, de los que hay casuística de reincidencia más que abundante para concluir que dejarlos en la calle es exponer a la ciudadanía al peligro alegremente.

No es este el caso del del asesino de Pagaza; un ejemplar de asesino cuya integración social es perfecta. Un tipo que en absoluto necesita, al menos para vivir en su entorno, que nadie le enseñe nuevas pautas de comportamiento social. Si se tratase de un ejemplar aislado podríamos calificarlo de sicópata, pero no lo es. Ocurre que vve en un sitio en el que los ejemplares como el abundan, los hay a cada paso que se da. Y ese es el problema grave: este sujeto es un ciudadano normal.

Este sujeto es el producto de una sociedad que se ha dedicado desde hace ya más de treinta años a retribuir conductas como la suya. Actuar sobre él y volverlo a depositar en el mismo lugar en el que se encuentra perfectamente integrado para quesea recibido con honores no tiene ningún sentido. Si de verdad se quiere de una vez por todas terminar con la lacra social que representa la mafia etarra, lo suyo seria que la pena que se le impusiese llevase aparejada la de destierro del País Vasco. Que cumplida su pena se vaya a vivir a un lugar en el que nadie le vaya a felicitar por su hazaña. Es más, en el que no se atreva siquiera a contarle a nadie su hazaña. De este modo, además de él, aprenderán también los que quedan en casa que no les espera ninguna gloria tras cumplir su pena sino una existencia miserable.

Mientras eso no ocurra, y todos estos asesinos múltiples sigan siendo nombrados hijos Predilectos en sus pueblos, y recibidos en loor de multitud en vez de repudiados socialmente, habrá gente que sueñe con seguir sus pasos. No son los asesinos los que necesitan ser reeducados, sino la sociedad en la que con tanta frecuencia las personas “normales” se dedican a asesinar.




Para: CHURRUCA

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