sábado, 20 de febrero de 2010

PREMIO BARITERE 20 - 02 - 2010

Protocolos comparados



Comandante RAMIUS, ya que lo ha traído usted a colación, al hablar de los jacobinos franceses, permítame abundar un poco al hilo de la precisión a la interesante reflexión de NAVARTH (añadiéndole que el artículo de Azúa me parece notable y valeroso, más digno de loa que de crítica):


El 5 de octubre de 1789, El Rey Luis XVI y su familia fueron obligados a abandonar Versalles para siempre, para estar en el centro del crisol donde hervían todo los afanes revolucionarios: París. Al día siguiente, tras una conflictiva y trabajosa labor de acondicionamiento del palacio parisino de las Tullerías, la familia real, parte de la corte y los principales cargos administrativos del Rey, se instalaron allí.

Pero la Asamblea Nacional había declarado solemenemente ser “inseparable de la persona del Rey”, con lo que tuvieron que hacer también las maletas para su traslado a la nueva capital del (todavía) Reino.

El 18 de octubre se realizó la última sesión de la Asamblea en Versalles y el 19 abrió sesión en París, en una sala del Palacio Episcopal, cedida generosamente por el arzobispo a los diputados. Mientras una Comisión de seis miembros de la Asamblea buscaba la ubicación definitiva para sus sesiones, oficinas y dependencias, fue la sede del Arzobispado en donde, durante diecinueve días, se rigieron los destinos de Francia.*

Finalmente, la Asamblea encontró su asentamiento definitivo en el Picadero de Las Tullerías (para la Sala y Barra parlamentaria) y en los adyacentes monasterios de los Capuchinos y de los Fuldenses (Feuillants).

Es en esa sede donde se produjo un incidente que pudo haber cambiado la historia y ahora estaríamos hablando de muy diferente manera.

Inicialmente, al agruparse los diputados con toda naturalidad por criterios de amistad, afinidades de ideas, ser miembros del mismo “salón” (generalmente regido por damas notables, como Anne-Louise Germaine Necker, la hija del Ministro de finanzas "amado por el pueblo", conocida como Madame de Staël), etc., su ubicación en la Asamblea tendía ser la misma todos los días y conservarse en el tiempo. Para abreviar, la denominación colectiva con que solían ser referidos es la de “Los diputados de la izquierda” y “los diputados de la derecha”, exclusivamente por estar a la derecha o a la izquierda del Presidente.

Por puro azar, los diputados de la “izquierda” eran los más radicales y broncos, partidarios de la República y de la abolición de la Monarquía. Los de la “derecha” eran más conservadores y tendían a preservar al Rey, modificando su estatus por una Constitución (aún no promulgada, entonces).

Por supuesto, había lindes no demasiado definidas entre muchos representantes de uno y otro lado de la Asamblea, pero esa era una clasificación que se considerava válida, luego modificada por otras, como las de “La Montaña” (Situados en Los asientos superiores) y “El Valle” (más próximos a La Barra).

Pues bien, en las primeras sesiones del Picadero de las Tullerías, la mesa del Presidente estaba situada bajo un ventanuco que cerraba mal y por el que se filtraba un céfiro helado bastante molesto, que castigaba el cogote de tan principal cargo. Recordemos que era Octubre y el clima parisino era (lo es, aún) bastante extremo en esa época.

De modo que, para no seguir corriendo riesgos, el presidente mandó ubicar su plataforma AL OTRO LADO DE LA SALA, desde donde siguió con su labor. Pero… el resto de diputados siguieron en sus asientos, por lo que durante unos días los que estaba antes a la izquierda lo hacía ahora a la derecha y viceversa.

Si esto se hubiera mantenido y la vieja nomenclatura hubiese prevalecido, hoy los significados de “Izquierda” y “derecha” serían los contrarios de los que entendemos hoy, ya vemos que producto de un simple azar y no de unas razones profundas y ancestrales. Pero el ventanuco fue arreglado, el Presidente volvió a su primera ubicación y la historia siguió su curso… como podía haber seguido otro.

De manera que seguir dándole vueltas a la noria de “izquierdas” y “derechas” es tan ocioso como la presunción de que la psicohistoria de Hari Seldon** es un método analítico adecuado para prever las tendencias sociales y económicas de las masas humanas.

Por lo tanto, como señala CANDELA, me parece muy adecuada la reflexión de GRUNENTAHL de las 9:14: «la “izquierda” hace tiempo que ha dejado de significar lo que sus afectos pretenden y que lo que necesitamos es una nueva manera de hablar de eso»

*Curiosamente, en esa sede provisional de la Iglesia, la Asamblea emitió uno de sus importantes decretos: la incautación de los bienes del clero para ser puestos a disposición de la nación. Más aún; como se hizo notar, «ese decreto fue votado el 2 de noviembre, día de una festividad religiosa, sobre la proposición de un obispo (Talleyrand), bajo la presidencia del abogado del clero (Camús) y en la morada del más alto dignatario eclesiástico de Francia».
**Una invención genial de Isaac Asimov, tan de Ciencia-Ficción, o casi (casi más o casi menos), como el Materialismo Dialéctico que se reclama de Científico, con un par.

Para:                   LINDO GATITO


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La República Independiente de La Nueva tropa Santiaguera

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