lunes, 9 de mayo de 2011

PREMIO BARITERE 09 - 05 - 2011

Tenían que entrar para esto

 PREMIO BARITERE 09 - 05 - 2011  

Patrón, con todos los respetos, me parece una pérdida de tiempo buscar coherencia argumental en un tipo que simplemente obedece. Al hilo de esto y otras cosas dichas ayer, sigo…
Hay ingenuotes ilustrados que todavía creen en la capacidad de los argumentos para convencer a la gente. Como si explicar las cosas fuera suficiente. El problema es que tratamos a la opinión como si fuera algo racional, nos ponemos a argumentar y no nos damos cuenta de cómo funciona realmente la comunicación humana.
Vivimos tiempos de comunicación posmoderna. Todo es estética. Es más importante la pose de los que debaten que el contenido. ¿Nos hemos olvidado ya cómo la sola pose de Solbes como budita seguro y despreciador vapuleo a un argumentador Pizarro? Los hombres no estamos diseñados para entender de todo, ¡cómo vamos a ser capaces de sopesar argumentos económicos, nucleares, políticos…! En el fondo no tenemos ni idea, así que nos limitamos a deducir quién tiene razón por medio del atajo de la apariencia. “Ese parece que sabe más, se muestra más seguro de sí mismo, desprecia más al otro… es más convincente”. (“No entendí lo que decía pero percibí palabras firmes” leí una vez a un nacionalista acerca de un discurso de Ibarretxe.) Ni que decir tiene que la percepción de las preferencias de la mayoría son determinantes para que aplaudamos o abucheemos. En última instancia, los argumentos no son más que racionalizaciones a posteriori de emociones de pertenencia. En aquel debate, como en el día a día PSOE – PP, triunfó una pose, nada más. Pizarro se desesperaba porque, como buen panoli, perdón, pepero, no entendía la comunicación posmoderna. Él iba allí a argumentar y no a hacer teatro. Un error.
Se han fijado qué hace José Luis frente a un argumento. Si se le observa en el debate José Luis no trata de convencer a nadie sobre la validez de sus argumentos ni los de su adversario. No entra en ese juego. Nunca enfrenta un argumento, se limita a descalificarlo con una gracieta. ¿Se han fijado cómo teatraliza, cómo imposta indignación y se hace la víctima? Es bueno. Lo suyo es el teatro. De hecho ni siquiera se dirige a su adversario. Siempre se dirige a su Nosotros, para denigrar a su oponente con algo personal: “mirad qué tontería ha dicho el imbécil éste” y buscar la conexión visceral y la risa fácil con la opinión pública. Estos trucos los hemos padecido todos en las cuadrillas adolescentes. Y éste es el territorio de José Luis, que ha llevado la adolescencia a la política. Funciona.
Una actriz que no sabía el idioma del público emocionó a todos con su representación. Nadie entendió sus palabras. Todos se echaron a llorar. Para concentrarse en su actuación ella se había limitado a cantar los números en su propio idioma. Lo mismo que hacía Fellini con los actores que iban a ser doblados. José Luis hace exactamente lo mismo. Si en un debate Rajoy le ataca con argumentos rotundos él sube el dramatismo de su interpretación, junta unas palabras sin significado pero que tienen el ritmo que más le ayuda a teatralizar. Para hacernos creer que tiene razón se limita a aparentar que la tiene, imitando las actitudes estereotipadas de los que supuestamente tienen razón. Luego nosotros nos fijamos en el contenido de sus palabras y nos desesperamos. Pero es que la comunicación no está en sus palabras.
Rubalcaba, que ha aprendido de su jefe, hace lo mismo. Ante la pregunta incisiva de un periodista sobre una declaración irrefutable de algún pepero, Ruba suelta su “estos de pp… ya se sabe” suspira y pone ese gestito paternalista que tan estudiado tiene. La verdad es que lo clava. Le sale perfect. Y nos vamos con la impresión de que Rubalcaba ha vuelto a ganar, y todo no porque controle la razón, sino porque con su pose de desprecio y condescendencia, controla la apariencia de la razón. Nada más natural que en estos tiempos que corren la razón se haya convertido en una apariencia.
Rajoy es válido, sabe decir cosas pero no cómo actuarlas. Rajoy puede darle argumentalmente una paliza soberana a José Luis, pero este, aunque le hayan puesto morado, se limita a escenificar que es el vencedor. Esto a la masa le puede. Rajoy todavía no ha encontrado una actuación coherente según algún arquetipo reconocible que nos permita identificarle como el triunfador de un relato. Ni siquiera tiene relato, pero creo que puede ganarle.
*La reflexión no está cerrada, a cuenta de lo de Bildu llevo unos días con la cabeza como un bombo.


BENJAMINGRULLO
 

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